martes, 4 de septiembre de 2012

Poder e interdependencia en la “Era de la Información”



Keohane y Nye Jr. se preguntan -a finales de los 90’s- ¿qué sucederá con el Estado en medio de la era de las telecomunicaciones? Para contestar esta pregunta, relevan el viejo debate entre modernistas y tradicionalistas, ofrecen una considerable evidencia que echa abajo las pretensiones de una globalización “universal” y ensayan sus propias respuestas, en las que el Estado sigue siendo protagónico desde nuevas fuentes de poder.

En 1910, modernistas como Norman Angell preveían que un mundo interdependiente convertiría a la guerra en obsoleta. Tesis contradicha por la historia, que escribiría dos guerras mundiales y las tensas relaciones entre dos bloques durante la “Guerra Fría”. En 1970s una nueva oleada de predicciones percibió el avance de las telecomunicaciones, así como la creciente configuración de relaciones transnacionales como posibilidades del eclipse del Estado.

Bien lo reconocen Keohane y Nye Jr., ambas oleadas modernistas “were right about the direction of change but simplistic about its consequences”. Sus “profecías” no ensamblaron la propia voluntad de quienes detentaban el poder. En una postura opuesta, los tradicionalistas consideraban que la interdependencia militar no era un asunto terminado. Y en tal sentido, los autores se alinean.

La “Revolución de la Información” –en su “etapa inicial”- no ha hecho cambios dramáticos en la interdependencia, si bien, ha aumentado el número de canales de contacto. La información necesita ser creada, por eso, los autores distinguen 3 tipos: información libre (sin compensación monetaria), información comercial (aquella que se vende) e información estratégica (como los sistemas de espionaje).

El poder está basado en conducta y en posesión de recursos, de allí que la “Revolución de la información” se instale en la cara de los recursos, así como en el soft power, aquel que apela a la atracción y no a la coerción (hard power). Esta revolución está lejos de ser “universal” en su alcance dadas las disparidades entre países grandes y pequeños; sin embargo, ha impuesto nuevas fuentes de poder como la credibilidad y la transparencia en donde el Estado seguirá teniendo un papel protagónico sin trastocar su definición básica.

lunes, 3 de septiembre de 2012

¿Cómo entender el multilateralismo y el orden global?


Robert W. Cox comprende al multilateralismo y al orden mundial como categorías entrelazadas por una configuración histórica y específica de poder y por Relaciones Globales de Poder (RGP). El multilateralismo puede definirse en términos diplomáticos como: la vinculación entre dos o más Estados, y en clave comercial como: las relaciones comerciales establecidas por sobre las fronteras. Sea cual fuere la definición, las dos no son suficientes para explicar las RGP. Por eso, Cox necesariamente retrocede la cinta a sus posibles orígenes.

Identifica al orden de la II posguerra como la punta de lanza del multilateralismo contemporáneo. Estados Unidos (EUA) y el Reino Unido como los grandes socios, dictadores de las reglas, mientras que, en el lado oscuro, un “Tercer mundo” sobrevive empobrecido. Para 1992, momento en que escribe su artículo, Cox sostendrá la existencia de una crisis del multilateralismo.

Hacia 1980, Cox identifica una primera crisis del multilateralismo, debido a que EUA y otras potencias rechazaron a la Organización de Naciones Unidas (ONU) como vehículo para la acción internacional, además, de resultarles un obstáculo para la promoción del libre comercio. Con la caída del “Muro de Berlín”, Rusia se acercó a EUA y a la ONU, de igual manera EUA. Sin embargo, la resolución del Consejo de Seguridad de que Irak elimine sus armas de destrucción masiva, supuso, una vez más, una segunda crisis del multilateralismo, en tanto, era una medida agenciada por EUA.

Cox resume varias corrientes teóricas como: el realismo, el institucionalismo liberal, el estructuralismo del sistema-mundo y la dialéctica histórica. Toma de ellas cinco insights: su ontología, epistemología, qué dicen del multilateralismo, sus fortalezas y sus debilidades.


 
Cox  finalmente, pone sobre la mesa una pregunta clara ¿cómo se ha de construir un nuevo orden poshegemónico y en base a qué valores?  Cox responde: de acuerdo a fines comunes como: el reconocimiento de un equilibrio ecológico sostenible; la restricción del uso de la violencia para resolver los conflictos y el acuerdo de explorar las fuentes del conflicto. A través de estas vías un nuevo orden mundial podría ser construido.