viernes, 28 de marzo de 2014

¿Hay algo de ‘Guerra Fría’ en la crisis de Ucrania?

Publicado originalmente en El Telégrafo aquí



El ‘oráculo de Delfos’ de los politólogos ha hecho de las suyas en estas últimas semanas. Casi nadie ha dejado de interpretar la disputa por Ucrania, entre los noroccidentales –Estados Unidos y la Unión Europea- y Rusia, como una posible continuación o reminiscencia de la Guerra Fría.
La negativa de Ucrania de firmar un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea en noviembre del año pasado desencadenó una agresiva estrategia por parte de Rusia, que incluyó la realización de un referéndum para la anexión de Crimea y de Sebástopol, territorios con estatuto especial, pero dentro de Ucrania. Fue un gesto de sabotaje contra el nuevo gobierno proeuropeo del tecnócrata Yatseniuk -que depuso al régimen de Víktor Yanúkovich- y una señal de poder para los Occidentales.
Rusia impedirá a toda costa que la Unión Europea “coopte” a su vecina Ucrania, a la que considera casi su provincia. El bloque comunitario, en cambio, no se quedará tranquilo luego de la desafiante actitud de Moscú. Los ‘jeques’ de la diplomacia mundial: Estados Unidos, China, Francia, Reino Unido, Rusia, Alemania y la Unión Europea han comenzado a alinear sus posturas y a definir sus estrategias. Este reacomodo de las potencias –Rusia por un lado y los países poderosos de occidente por otro- ha sido uno de los primeros signos políticos que ha hecho pensar a los analistas en una segunda parte de la Guerra Fría.
En la reciente cumbre del G7, que reunió en Bruselas a los líderes de Estados Unidos, Japón, Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia, se reafirmó la voluntad de aislar a Rusia “hasta que cambie su actuación” y castigarla a través de sanciones económicas. El canciller ruso Sergei Lavrov no ha tardado en minimizar esta acción y considerarla como irrelevante, pues el G7 es una agrupación informal y Rusia participa de otros bloques como el G20 y los Brics (Brasil, Rusia. India, China y Sudáfrica). Una cosa es que las potencias occidentales le apliquen la ley del hielo y otra que Rusia pueda ser completamente aislada por la comunidad internacional. Dadas las condiciones históricas de creciente multipolaridad sería una improbable previsión.
El presidente ruso Vladimir Putin ha reconocido que existen algunos rezagos de la Guerra Fría en las relaciones que Rusia mantiene con Occidente como la política de contención. En un tono nada condescendiente ha dicho: “constantemente están tratando de arrinconarnos por el hecho de que tenemos nuestra propia posición y no somos hipócritas”.
El desmembramiento de la Unión Soviética le está pasando factura a Rusia, pues de los catorce países que fueron parte de ella, siete tienen bases de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Desde hace algunos días, las bases de Polonia y Rumania han comenzado a servir para que los noratlánticos monitoreen de cerca la crisis en Ucrania. Obama se ha quejado de que Estados Unidos y Reino Unido sean los que sostengan militarmente a la OTAN, lo que no ha gustado mucho a los europeos.
En la Cumbre entre la Unión Europea y Estados Unidos realizada en estos días para tratar la crisis de Ucrania y los temas de espionaje, Obama ha sido enfático en sostener que: “No habrá una nueva guerra fría”. Según el mandatario: “A diferencia de la Unión Soviética, Rusia no lidera ningún bloque de naciones ni ninguna ideología internacional”. Por ahora, Obama tiene razón, pero el hastío de la prepotencia de la política exterior estadounidense podría ser el elemento de cohesión entre Rusia y otros países para la conformación de un bloque, quizá no ideológico, sino en torno a una agenda específica dirigida hacia el fortalecimiento de estructuras multipolares y la reducción de asimetrías.
A Estados Unidos no le interesa empantanarse en Ucrania y la Unión Europea está consciente de que tendrá que negociar con Rusia debido a su alta dependencia del gas proveniente de ese país. China tampoco está dispuesta a pasar a un segundo plano en esta crisis. Y reunirse con Rusia, justamente en estos momentos, es un gesto político que puede ser leído como desafiante para las potencias occidentales, pero, al mismo tiempo, vuelve a equilibrar la balanza del poder a favor de Moscú.
Existen ciertos rasgos parecidos a los de la ‘Guerra Fría’, pero pensar en un escenario similar es todavía prematuro. Aunque Rusia esté jugando exitosamente como actor global en el tablero mundial, todavía tiene grandes retos casa adentro como la modernización, esbozada desde la época de la presidencia de Dimitri Medvédev en 2009. Estados Unidos, en cambio, ha vivido fracaso tras fracaso en sus intervenciones militares e iniciar una nueva “Guerra Fría” podría ser desgastante. Las sanciones que han prometido la Casa Blanca y Bruselas contra Rusia darán la pauta para repensar el pronóstico de esta disputa.

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