viernes, 17 de octubre de 2014

Israel, el agotamiento de una tesis de Occidente

Publicado originalmente en El Telégrafo aquí

Netanyahu ya no puede dormir en paz. El agotamiento de las estrategias genocidas de Israel en contra de Palestina es una obviedad para el mundo, y aquello es consecuencia no solo de la propia dinámica con que la operación ‘Margen Protector’ se ha desplegado, sino de otras variables, que demuestran el debilitamiento de la hegemonía de los poderes de Occidente.  
No ha sido casualidad, que en estos últimos días, el nuevo primer ministro sueco Stefan Löfven, de la socialdemocracia, expresara que su país reconocerá a Palestina como Estado, aun cuando eran predecibles las pataletas de Israel. Con el mayor cinismo, el ministro de Relaciones Exteriores de ese país, Avigdor Lieberman, además de “llamar la atención” al embajador sueco en Tel Aviv, agregó que el gesto de Suecia carecía de visión política internacional, casi reclamando por no habérsele consultado antes.
A esto se ha sumado el reconocimiento simbólico -no vinculante- del Estado palestino por parte del Parlamento británico -por iniciativa del Partido Laborista-, que pese a contar con casi la mitad de los legisladores, de los presentes, 274 votaron a favor y 12 en contra. La moción del laborista Grahame Morris, además, fue apoyada por miembros de otros partidos, como el conservador y el liberal-demócrata. El Foreign Office, con la tibieza que le caracteriza para el caso, dijo que se reserva tal reconocimiento cuando lo estime oportuno.   
No obstante, ambas acciones son síntomas claros del desgaste del poder hegemónico de Occidente en el propio Occidente. En efecto, casi el 80% de la población mundial reconoce a Palestina como Estado, pero la mayoría corresponde a los países del Sur Global. Que Suecia -cuna de los estudios de paz- y uno de los países con mayor peso de la Unión Europea (UE) lo haya reconocido modifica notablemente la balanza -per sé asimétrica del conflicto- a favor de Palestina y deslegitima las acciones bélicas de Israel.  
Gran Bretaña tiene más vela en este entierro que Suecia. Palestina vivió bajo ocupación inglesa desde 1917 hasta 1947. Gran Bretaña provocó, en gran medida, el conflicto con la declaración realizada por el ministro de Asuntos Exteriores, Arthur James Balfour, dirigida al líder sionista Edmond James Rothschild, en la que ofrecía: crear un Estado Árabe Independiente y un “Hogar Nacional Judío”. 
Aquello, alentó el éxodo de miles de judíos a lo que era Palestina hasta antes de la llegada de los nazis al poder.  
Por tanto, aun cuando el reconocimiento del Parlamento no sea vinculante, demuestra una creciente masa crítica frente a la desigualdad e injusticia que existe en el conflicto-más bien invasión-, que golpea las puertas de quienes dirigen la política exterior. No son más solo activistas u ONG, sino actores que cuentan con legitimidad democrática, por lo que su posición ejerce una mayor presión en la opinión pública local y mundial, y al mismo tiempo, en el tablero de la política real. 
Si bien lo que sucede con respecto a Palestina -con el incremento de acciones desde varios países y organismos internacionales, así como de la opinión pública a su favor- retrata con nitidez, el desgaste de la política exterior de Israel y la ilegalidad de sus medidas; también, refleja la debilidad de Estados Unidos en sostener su unilateral modus operandi -aquel que le permitió burlar a la ONU y a algunos de sus aliados para invadir Irak en 2003-, y en mantener el consenso entre sus aliados -activos y pasivos- y en la esfera pública. 
Estados Unidos ya no es el actor incontestable, y no solo Rusia y China han comenzado a jugar como sus principales contrapesos, sino otros actores estatales y no estatales que moldean las relaciones internacionales, como parlamentos, activistas y medios de comunicación alternativos -o por fuera del mainstream, que han cobrado fuerza para desajustar el monopolio decisional norteamericano / noratlántico, más allá de lo retórico.

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