viernes, 7 de agosto de 2015

Brasil y los padrinos del impeachment

Publicado originalmente en El Telégrafo aquí



No hay derecha en la región que actúe sin un “mecenazgo” o “apadrinamiento” forastero. Los auspicios desde el norte a los golpes de Estado y a los intentos de desestabilización, ahora, de los gobiernos posneoliberales han ido del centro al sur, sin dejar aire. 
Para no perder la costumbre, el impeachment -o juicio político con fines generalmente destituyentes- que se le quiere aplicar a la presidenta Dilma Rousseff arguyendo un presunto involucramiento en las redes de corrupción de Petrobras, es un nuevo intento de golpe, en el que no extrañaría exista una coautoría estadounidense.
Hay varias razones para pensar que los gobiernos petistas, tanto el de Luiz Inácio Lula da Silva como el de Dilma Rousseff, sean una piedra en el zapato para Estados Unidos, muy a pesar del pragmatismo que ha caracterizado a ambos mandatarios. 
La primera tiene que ver con la propia vocación pluripolar de la política exterior brasileña, que ha impulsado la conformación de un nuevo tipo de regionalismo posneoliberal, por un lado y por otro, se ha acercado a China y a Rusia.  De esta visión geopolítica se desprende su apuesta contrahegemónica en el bloque de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). 
En efecto, el triunfo de Dilma Rousseff alentó a los Brics, pues su competidor, el conservador Aécio Neves dejó sentado que su prioridad serían las relaciones con Estados Unidos. A eso se sumó como muestra que dos de sus posibles ministros de Economía y Comercio Exterior, tenían fuertes vínculos con intereses estratégicos de ese país.
Los Brics no son bien vistos por Washington, ni tampoco por los miembros del G-7 (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Japón y Canadá). Su intento de crear un orden económico paralelo y anti- Bretton Woods, prescindiendo del dólar y del Banco Mundial, puede cooptar y recortar gran parte del poder económico y financiero norteamericano. De ahí que tenga en la mira del desgaste a Rusia a través del conflicto en Ucrania y a Brasil con intentos de desestabilización.
Además de aquello, el Gobierno brasileño hoy exige mayores regalías y beneficios para el Estado en materia petrolera. En 2013, los condicionamientos para la licitación del Campo Libra (que podría tener hasta 12.000 millones de barriles de petróleo) bajo este propósito de mayores regalías para el Estado habría disuadido a las petroleras norteamericanas de participar, como a BP, Exxon o Chevron. 
Las relaciones brasileño-estadounidenses han tenido serios altibajos. Varios documentos entregados por Edward Snowden, exanalista de la CIA, a importantes periódicos del mundo, revelaron que el Gobierno norteamericano había espiado a la presidenta Rousseff y a Petrobras. Aquello provocó la postergación del encuentro oficial entre la mandataria brasileña y Barack Obama.
Sobran los motivos para sostener que un escenario de impeachment y regreso de la derecha en Brasil beneficiarían ampliamente a los vecinos del norte y alentarían a los grupos reaccionarios regionales, que en su desesperación, no han escatimado en recurrir a métodos antidemocráticos para pretender volver al poder.
Al igual que en Ecuador, la presidenta Rousseff ha optado por un gran llamado al diálogo nacional. No obstante, la provocación del miedo y la violencia han comenzado a encarnar las nuevas estrategias de la derecha. Claro despliegue reaccionario ha sido el atentado con una bomba casera contra el Instituto Lula, ahora que también se han volcado en salpicar a Lula con el escándalo de corrupción de Petrobras, con el fin de desgastarlo e impedir que sea candidato en las próximas elecciones. 
Para la región el acumulado de desestabilización que suma actualmente Brasil, Venezuela, Ecuador y, por último, 
El Salvador, es un grave peligro para la integración regional, la soberanía y la continuidad de los proyectos nacionales. Retroceder, no puede ser una opción. (O)

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